30 años de solidaridad de ida y vuelta Imprimir
18/12/2009
Palestina zanpantzar [Diagonal / Oscar Chaves] Corría el año 1979 cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) hacía su entrada victoriosa en las calles de Managua, poniendo fin a más de cuatro décadas de dictadura somozista y a una guerra civil que se había cobrado 40.000 almas. Ese mismo año, a la par que se incrementaba la ofensiva guerrillera en El Salvador y Guatemala, el Polisario obligaba a Mauritania a renunciar a sus propósitos sobre el Sáhara Occidental, concentrándose desde entonces en combatir al invasor marroquí. Más al sur, la minoría blanca que durante 90 años había gobernado en Rodesia dejaba paso a la creación del negro Zimbawe, mientras el sha Reza Pahlevi abandonaba Irán ante el avance de islamistas y comunistas. En un mundo salpicado por dictaduras y con el telón de acero como mar de fondo, las luchas de liberación nacional y contra el imperialismo aparecían como leit motiv de los grupos de izquierda de todo el planeta.
En este marco y aquel mismo año, varios grupos que en las cuatro provincias vascas servían de sostén a un FSLN que poco tiene que ver con el que hoy gobierna en Nicaragua, se unen para crear un espacio permanente de coordinación. De esta manera nace uno de los referentes del internacionalismo en Euskadi, Komite Internazionalistak (KI), que el 28 de noviembre celebró su 30 aniversario con una fiesta y otros actos en el centro social Kukutxa de Bilbao.

Varias generaciones de militantes de la organización se dieron cita en el gaztetxe para rememorar la época en la que cientos de vascos, de la mano de los komités, viajaron a Nicaragua para dar apoyo (político y técnico) a uno de los procesos emancipadores más potentes y originales del pasado siglo, la Revolución Sandinista. Pero, sobre todo, para escenificar que, a pesar de los profundos cambios ocurridos desde entonces, la solidaridad entre pueblos sigue teniendo plena vigencia. Un tipo de solidaridad, la de KI, que poco tiene que ver con la “ayuda humanitaria”.

“KI es una organización de solidaridad política (...). Como punto de partida sitúa la lucha contra el sistema neoliberal actual, con una perspectiva anticapitalista y antiimperialista”, reza en su escrito de presentación. “Escogemos la concienciación y el enfrentamiento contra el sistema frente a la cooperación al desarrollo, denunciando a los Estados enriquecidos a costa de la miseria de los pueblos, el reparto desigual de las riquezas y la imposición de la cultura ‘occidental’ sobre el resto”, sostiene.

La actividad de KI, que se despliega a través de brigadas en lugares como Palestina, Venezuela o Cuba, y de un trabajo permanente de denuncia y solidaridad en Euskadi, “no depende de subvenciones de los Estados porque eso limitaría nuestra conciencia crítica”, indica Gontzal Martínez, uno de sus miembros. Sus brigadistas, tras conocer in situ la realidad de los pueblos de acogida, donde KI trabaja con contrapartes con las que tiene una clara afinidad política, actúan como auténticos embajadores de sus causas de regreso a Euskadi. Un hecho que se concreta en la organización de actos informativos, charlas, seminarios, exposiciones, manifestaciones e incluso actos de desobediencia civil.

Si en los ‘80 KI focalizó su acción solidaria en grupos insurgentes de Latinoamérica como el FMLN salvadoreño, en los ‘90 el radio de acción se amplió a lugares como el Kurdistán, Iraq o Chiapas, para dar paso, en la década actual, a una implicación en las luchas contra la globalización neoliberal y a un apoyo crítico a los procesos revolucionarios que hoy en día atraviesan países como Bolivia, Venezuela o Paraguay.

EMBAJADAS DE RESITENCIA

Desde su creación, una buena parte de la actividad del KI se ha centrado en articular brigadas a lugares en conflicto o a países que viven procesos revolucionarios. En 2009, sus seis comités (Bilbo, Bergara, Lasarte, Donostia, Iruñea y Ermua) organizaron viajes a Palestina, Colombia, Cuba, Venezuela y Brasil, donde trabajaron con el MST. Bolivia, Paraguay y las regiones mexicanas de Chiapas (con el EZLN), Oaxaca y Atenco han sido lugares recurrentes en los últimos años, sin olvidar Iraq, donde varias brigadas trataron, en 2003, de evitar con su presencia el bombardeo y la invasión del país.

FORTALEZAS
REDES ESTATALES: Después de años, los grupos de solidaridad internacionalista han logrado una amplia red de apoyos con entidades de las zonas donde han trabajado, fortaleciendo y dando continuidad a numerosos proyectos.

PRESENCIA EN LA CALLE: A pesar de la pasividad social general, Komite Internacionalistak sigue teniendo una presencia importante en muchas localidades vascas, logrando un nivel de movilización muy fuerte en ocasiones concretas.

LARGA EXPERIENCIA: Después de 30 años de funcionamiento, los komites internacionalistas han demostrado una notable capacidad de trabajo y organización, un valor y unos conocimientos que se han transmitido entre generaciones.

DEBILIDADES
FALTA DE PERSPECTIVA EN LO LOCAL: En lo local no se ha realizado un trabajo profundo sobre realidades que atraviesan el trabajo de Komite Internacionalistak. Es el caso de las luchas de los sin papeles y los migrantes en general.

DESMOVILIZACIÓN SOCIAL: La sociedad ha dejado de mirar los procesos de lucha de territorios alejados de su cotidianeidad. Esto ha hecho que descienda la intensidad de la solidaridad, a la par que se expande el ‘mirar para otro lado’.

DESCORDINACIÓN: KI no ha fortalecido suficientemente la coordinación con otros sectores locales en lucha dentro de Euskal Herria, una debilidad que a veces se da entre los propios grupos pertenecientes a KI.