‘Iraq bajo ocupación: Destrucción de la identidad y la memoria’ Imprimir
14/05/2009

iraq, bajo ocupación

Aquí os dejamos el apunte de un libro que os recomendamos. Se trata de ‘Iraq bajo ocupación: Destrucción de la identidad y la memoria’ (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2009)

Los autores: Bahira Abdulatif es escritora y traductora, y con anterioridad fue profesora en el Departamento de Español de la Universidad de Bagdad; Santiago Alba es escritor y ensayista; Teresa Aranguren es periodista y escritora, y en la actualidad es miembro del Consejo de RTVE; Fernando Báez es investigador venezolano, doctor en Bibliotecología y autor de numerosos trabajos sobre patrimonio cultural; Hana al-Bayati es documentalista iraquí; Joaquín M. Córdoba Zoilo es profesor de Historia de Oriente Antiguo de la Universidad Autónoma de Madrid y dirige excavaciones arqueológicas en Oriente Próximo y Asia Central; Pedro Martínez Montávez es arabista y catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid; Rosa Regàs es escritora; y Carlos Varea es profesor de Antropología en la Universidad Autónoma de Madrid.

Paloma Valverde y Esther Sanz, junto con Carlos Varea, han preparado la edición de este libro, editado con el apoyo de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq.

Narrar la destrucción de un país*

[Carlos Varea, Paloma Valverde y Ester Sanz, editores] “A lo largo de estos años de ocupación del país, pese a la inicial oposición mundial a la guerra, la comunidad internacional ha mirado hacia otro lado mientras Iraq era demolido desde sus cimientos, mientras su estructura social se desintegraba fruto de la violencia y del sectarismo que la ocupación y la guerra han provocado. La ocupación de Iraq ha generado la mayor y más rápida crisis mundial de refugiados de las últimas décadas (en torno a cinco millones de refugiados y desplazados internos) y la violencia se ha cobrado más de un millón de víctimas. Ante estas cifras aterradoras, el expolio del patrimonio cultural de Iraq —que lo es de toda la Humanidad— o la sistemática destrucción de sus bibliotecas pueden servir como epítomes de la voluntad de destruir también la memoria colectiva de este pueblo, construida, pese a los avatares políticos internos y regionales de las décadas anteriores, sobre la integración ciudadana y la secularización de sus habitantes.”

Al éxodo masivo y al cómputo inacabable de pérdidas humanas, al desmantelamiento de las instituciones,  a la destrucción material del país y de los medios de subsistencia de su población, se une la anulación de una memoria colectiva integradora. En la imagen, médicos iraquíes se concentran ante su centro en protesta por el deterioro de la sanidad pública en el país.

En su discurso de la madrugada del día 5 de noviembre de 2008, pronunciado en Chicago inmediatamente después de la confirmación de su triunfo electoral, el candidato demócrata Barack Obama recordaba que soldados estadounidenses “se despiertan en los desiertos de Iraq”. El ya electo presidente de EEUU confirmaba así que desconoce la geografía natural y humana del país que su predecesor invadió en 2003.

Sin embargo, esta imagen orientalista constituye hoy una acertada aproximación a la realidad de Iraq, tras todo lo acontecido en estos casi seis años de ocupación. Al éxodo masivo y al cómputo inacabable de pérdidas humanas, al desmantelamiento de las instituciones, y por ende del aparato del Estado, a la destrucción material del país y de los medios de subsistencia de su población, se une la anulación de una memoria colectiva integradora, el deshilachado de la tupida trama social iraquí. De ello trata este libro, de la destrucción premeditada de un país y de su sociedad o, si se prefiere, de la alteración radical y violenta de todos y cada uno de sus referentes internos, hoy marcados por el sectarismo y la regresión en todos los campos: Iraq ya no es reconocible.

La idea de esta obra colectiva surge a raíz del Encuentro “Soberanía, cultura y ciudadanía: Resistir a la ocupación y el sectarismo”, celebrado en 2007 en la Escuela Julián Besteiro de Madrid, y organizado por la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI) en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid y con el apoyo de la asociación BibliotecAlternativa. Al libro contribuyen participantes en aquella actividad y otros que no tuvieron oportunidad de hacerlo. Teresa Aranguren abre el libro con la reflexión de la profesional que ha cubierto los principales conflictos internacionales de las últimas décadas y sabe apreciar qué desvela y qué oculta el recorrido de una cámara. El texto de Pedro Martínez Montávez, con su reflexión sobre la identidad árabe e islámica, inserta Iraq en el contexto más amplio de Oriente Próximo, lo que permite una más acertada comprensión del conflicto y de la importancia geoestratégica de Iraq. El análisis de la sociedad iraquí recorre los textos de Santiago Alba, Carlos Varea y Bahira Abdulatif, quienes aportan una información decisiva e inédita sobre las estructuras sociales previas a la ocupación y las consecuencias de la guerra sobre la población; consecuencias que también muestran con crudeza en sus textos Fernando Báez y Joaquín María Córdoba Zoilo, quienes abordan el saqueo y la irreparable destrucción del patrimonio cultural de Iraq —de sus bibliotecas y museos, de sus yacimientos arqueológicos y monumentos, etc.—, que son la memoria de este pueblo y herencia común de la Humanidad. En el prólogo, Rosa Regàs recuerda una vez más que no hay justificación posible para lo que está ocurriendo en Iraq; y en el epílogo, Hana al-Bayati, una joven directora de cine iraquí, nacida en el exilio, retoma la aspiración de anteriores generaciones de iraquíes: poder vivir en un país soberano y democrático como hombres y mujeres libres e iguales.

La ficticia ‘pacificación’ de Iraq
Iraq ha dejado de existir casi por completo en la información diaria. En estos años, el contrapunto informativo que provenía de una sociedad otrora articulada y muy dinámica, ha desaparecido como consecuencia de la destrucción del tejido asociativo y profesional iraquí. El resultado de ello es que la información sobre Iraq oculta —más que desvela—  la terrible realidad de su población e ignora sus aspiraciones comunes.

A lo largo de estos años de ocupación del país, pese a la inicial oposición mundial a la guerra, la comunidad internacional ha mirado hacia otro lado mientras Iraq era demolido desde sus cimientos, mientras su estructura social se desintegraba fruto de la violencia y del sectarismo que la ocupación y la guerra han provocado. La ocupación de Iraq ha generado la mayor y más rápida crisis mundial de refugiados de las últimas décadas (en torno a cinco millones de refugiados y desplazados internos) y la violencia se ha cobrado más de un millón de víctimas. Ante estas cifras aterradoras, el expolio del patrimonio cultural de Iraq —que lo es de toda la Humanidad— o la sistemática destrucción de sus bibliotecas pueden servir como epítomes de la voluntad de destruir también la memoria colectiva de este pueblo, construida, pese a los avatares políticos internos y regionales de las décadas anteriores, sobre la integración ciudadana y la secularización de sus habitantes.

La ficticia y momentánea pacificación de Iraq se cimenta en la aniquilación absoluta del enemigo, es decir, en la destrucción completa de una sociedad y en la anulación de su memoria, como fue el caso de la España republicana tras el fin de la contienda civil en 1939 y las largas décadas de dictadura. Ignorando este hecho, hoy se afirma neciamente que la violencia en Iraq ha disminuido y que el país se encamina hacia una estabilización interna que permitirá la retirada de las tropas de ocupación, más de 150.000 efectivos, según cifras oficiales. Sin embargo, la desestructuración provocada en Iraq desde la invasión de 2003 es de tal magnitud que el debate sobre la retirada de las tropas de ocupación esta viciado, no porque no sea el primer paso ineludible para la recuperación de Iraq, sino porque, tras la salida del último soldado extranjero del país, será preciso desmantelar el sistema derivado de la invasión en su conjunto, un sistema —como lo define Santiago Alba en su contribución a este libro— de “violentas minorías organizadas”, que seguirá sirviendo a intereses concretos y alimentando lógicas contrarias a las aspiraciones de los iraquíes.

Hoy Iraq es muerte y exilio, olvido y desolación absoluta: nada permite un atisbo de esperanza, salvo mantener la confianza en sus hombre y mujeres. Reconstruir Iraq significa hoy reinventar Iraq, permitiendo que se reencuentre con su propia Historia y con la historia de sus gentes y, para ello, lo primero es mantener y recuperar la memoria de lo acontecido en estos pocos años transcurridos, recuperar el recuerdo de lo que era este país y de lo que podría haber sido, de cómo eran sus habitantes y cuáles eran sus expectativas. A ese reto esencial, ingente, han querido contribuir quienes han participado en este libro, todos ellos, todas ellas, heridos por el destino infausto de Iraq.

* [Texto leído durante la presentación del libro]