El avispero de Oriente Medio Imprimir
15/12/2015

Estamos viviendo a nivel global una crisis sin precedentes en todos los ámbitos: económico, ecológico y político. Todas las alarmas están prendidas anunciándonos que se están cruzando todas las rayas rojas que nos separan del abismo. Cada día, la amenaza de la tercera guerra mundial se nos pasa por delante de las narices y seguimos sin prestarle demasiada atención.

Oriente Medio es una zona geoestratégica de vital importancia y rica en petróleo, gas y agua dulce, recursos codiciados por gobiernos del entorno e intereses del extranjero. También es una región con inmensa diversidad de etnias y culturas de larga historia, que han convivido con su lengua, manera de gobernarse, economía y religión.

Desde hace muchos años, Oriente Medio ha sido manejado y dividido (al igual que otras zonas geoestratégicas del planeta) en virtud de los intereses de gobiernos foráneos. A lo largo de la historia, poco o nada ha cambiado la estrategia del imperialismo, tanto en términos económicos como políticos.

La división geográfica de Oriente Medio promovida por los gobiernos imperialistas occidentales a principios del siglo XX con absoluto desprecio a los pueblos, culturas y etnias de la región promovió el fanatismo, el sectarismo y el autoritarismo, sumiendo a los pueblos originarios en guerras y matanzas fraticidas interminables.

Esta estrategia ha convertido a Oriente Medio en una zona de conflicto permanente, un gran avispero del que el imperialismo occidental ha sacado (y sigue sacando) a lo largo de todos estos años jugosos réditos. La perspectiva histórica demuestra que el fanatismo religioso, que hoy tiene al Daesh (ISIS) como uno de sus instrumentos más sanguinarios, ha sido fomentado y protegido por las grandes potencias como Turquía, Israel, EEUU, Qatar, Arabia Saudí y países de la Unión Europea. Miles de bombas lanzadas, y masacres orquestadas por los gobiernos de occidente han sembrado de víctimas, odio y rencor esos países que nos quedan «tan lejos».

Parece que esta sociedad zozobra cuando una masacre o una bomba estalla cerca, momento que aprovechan los gobiernos patrocinadores de miseria, guerras y genocidios, para poner en marcha su maquinaria ideológica por medio de todos los medios de comunicación, generando en la sociedad miedo, alarma y confusión.

Los gobiernos mecenas del caos y la guerra extienden la sensación de que se trata de conflictos difíciles de analizar y entender, y nos anteponen la necesidad de renunciar a derechos y libertades individuales y colectivas como el único medio para proteger las llamadas «democracias occidentales» ante la barbarie. La industria armamentística aprovecha esta estrategia del caos y la guerra para continuar sacando beneficios, como las empresas vascas que hoy en día continúan fabricando armas y sistemas de inteligencia militar que matan y provocan masacres en esos países «lejanos».

Por otro lado, desde Occidente y bajo el discurso de la lucha contra el terrorismo, se criminaliza y ataca a movimientos populares de la región que han demostrado sobradamente su lucha por una auténtica democracia, basada en la autogestión de sus recursos, la convivencia entre etnias y diferentes religiones y que ponen en práctica la libertad y autodeterminación de las mujeres, como es el caso de Kurdistán.

Esta estrategia de guerra, además de las miles de víctimas que provoca, tiene como resultado convertir a la región en una eterna zona de conflicto y la migración forzosa de miles de personas que huyen del caos y de la miseria generados. Migraciones que tienen su cuota de protagonismo en los medios de comunicación durante unos días, pero que nuevamente son olvidadas, como está ocurriendo con los miles de personas que siguen buscando refugio en Europa y con seguridad acabarán instalándose en los extrarradios de las grandes urbes de occidente buscando un futuro negado para ellas.

Las llamadas democracias occidentales avanzan gracias a la rapiña, al olvido y a la exclusión de millones de seres. Es hora de acabar con los lamentos hipócritas y estériles, es hora de despertar, señalar a los verdaderos responsables de la miseria en nuestro entorno, y actuar rápido, antes de que la pesadilla de la guerra se instale de forma definitiva aquí y allá.