«Los movimientos populares debemos forzar a los gobiernos a tomar la senda del socialismo» Imprimir
11/05/2011

Frente Popular Dario Santillan[Gara] Entrevista a Claudia Montoya y Sebastián Citro, miembros del Frente Popular Darío Santillán de Argentina

Claudia Montoya y Sebastián Citro salieron de Argentina invitados por el Foro anti-Davos y dieron el salto a Europa para palpar la situación del movimiento social y político europeo, sobre todo, ante la crisis. Venir a Euskal Herria, donde recalaron de la mano de Komite Internazionalistak, lo consideraron una «necesidad». En su apuesta por el socialismo destacan la responsabilidad de los movimientos sociales en impulsar esa vía.

Claudia Montoya y Sebastián Citro son miembros del Frente Popular Darío Santillán, un movimiento social y político antica- pitalista con vocación revolucionaria integrante de la Coordinadora de Movimientos Populares de Argentina, que en su avance hacia el socialismo aspira a convertirse en una alternativa popular al «kirchnerismo», no en clave electoral sino política.

Afirman que ninguna medida adoptada por el Gobierno de Cristina Fernández, incluso las que responden a demandas históricas, supone que Argentina, donde «si reclamas dignidad, te matan», avance hacia el socialismo. Para ello, para construir «un poder nuevo que surja de los trabajadores oprimidos», apuestan por la democracia de base, la formación y la acción directa.

¿Cuál es su origen y con que objetivos nace el Frente Popular Darío Santillán?
Sebastián Citro: Es un movimiento social anticapitalista que nace en 2004 de la confluencia de distintos sectores populares, sobre todo trabajadores desocupados que protagonizaron las grandes luchas de la crisis del 2001, pero también estudiantes universitarios, trabajadores asalariados y organizaciones rurales. Confluyeron en la necesidad de construir un movimiento anclado en la realidad para ir construyendo una propuesta política en un intento de dejar de escindir, como problema histórico de la izquierda, lo social de lo político. Las luchas relacionadas con el feminismo, los bienes comunes (recursos naturales), el salario, la tierra y la vivienda son todas una sola lucha anticapi- talista y necesitan una confluencia política.

¿Quién fue Darío Santillán?
S.C.: Darío Santillán fue uno de los compañeros caídos en la crisis de 2001, cuando las clases dominantes recurrieron a la represión sistemática de la movili- zación popular. Darío volvió sobre uno de los compañeros caídos a pesar de saber que su vida estaba en riesgo, lo que refleja el modelo de juventud que queremos construir. Una juventud comprometida con su realidad y la de su pueblo, la de los que viven de su trabajo, de los oprimidos, de los desposeídos y con voluntad de organizarse con ellos, desde ellos, construyendo un poder popular para tratar de romper con los valores dominantes de individualismo y pasar a pensar en un sujeto colectivo en el que cada uno se diluya al tiempo que surgen deseos y necesidades comunes.

El Frente intenta crear redes con movimientos sociales y trabajadores. ¿Cuál es su respuesta?
Claudia Montoya: Como Frente entendimos que no somos la herramienta que tiene las definiciones sobre hacia dónde y cómo tienen que ser los cambios para la transformación social. Eso se va construyendo a partir de la reconstitución de todo el campo social popular de Argentina, de Latinoamérica y también mundial. En el caso de Argentina estamos articulando con otras organizaciones un frente de lucha en torno a una de nuestras reivindicaciones más importantes, el tema del trabajo, desde la denuncia del trabajo precario y la experiencia de habernos organizado en cooperativas y trabajo autogestionado.

Además, junto a otras 50 organizaciones de 14 provincias integramos la Coordinadora de Movimientos Populares de Argenti- na en un intento de avanzar hacia el socialismo. Tenemos que empezar a dejar de mirar la realidad con las lógicas viejas, buscando puntos comunes y no conceptos que nos dividen.

¿Cuál es ese modelo social que defienden?

S.C.: El socialismo, sin duda. La ruptura completa con las relaciones de poder existentes, con las relaciones de producción actuales, derribando el poder dominante y construyendo un poder nuevo, que surja de los trabajadores oprimidos del mundo. Cómo hacerlo lo iremos descubriendo en el camino de la liberación.

C.M.: Y las herramientas que vamos a utilizar tienen que ver con la democracia de base, la formación y la acción directa, que es la que nos dio origen.

¿Qué relación mantiene el Frente con otros movimientos sociales de América Latina y del resto del mundo?
S.C.: Es algo que hemos venido a trabajar también a Europa. Somos parte del ALBA de los movimientos sociales, una iniciativa surgida hace unos años en paralelo al ALBA de los gobiernos, que en algunos países genera condiciones de avance pero vemos la necesidad de construir una agenda propia de los movimientos populares en América Latina. Los gobiernos son transitorios, esperemos que algunos no, pero los movimientos populares emancipatorios vamos a seguir en la pelea por un mundo diferente y tenemos la necesidad y el desafío de seguir pensando.

El Frente apuesta por la creación de una alternativa política popular al «kirchnerismo». ¿Esa Coordinadora de Movimientos Populares de Argentina sería su germen?
S.C.: Sí, ése es el intento, todavía muy embrionario. El Frente enfrentó durante estos años grandes dificultades de crecimiento y hay que entender la necesidad de construir alianzas cada vez más amplias para ir uniendo esa voluntad emancipatoria. Pero es embrionario también porque la relación de fuerzas es absolutamente desfavorable, cargamos todavía con la derrota de las dictaduras militares en América Latina, y es cuestión de paciencia y de seguir madurando la unidad de nuestros pueblos.

¿Aspiraría a convertirse en una alternativa también electoral?
S.C.: Hoy por hoy creemos que en las elecciones no se juega nada. El ámbito electoral no es un ámbito de posibilidades o de oportunidades históricas. Las organizaciones de izquierda que participan en las elecciones no sacan ni el 1% y eso es una muestra de lo que significa volcar grandes esfuerzos militantes en algo que no supone acumulación. Es el momento propicio para la acumulación, pero no en el plano electoral sino político.

¿Cuáles serán las características de esa alternativa popular? ¿En qué se diferencia el modelo político y social que propugna del de Cristina Fernández?
C.M.: La Coordinadora está integrada por organizaciones que tenemos más o menos los mismos objetivos, que nos definimos anticapitalistas y antipatriarcales, e intenta construir una herramienta que avance sobre lo que realmente exige el pueblo argentino.

Las contradicciones de este Gobierno han abierto los ojos de gran parte de la población que tenía esperanzas de que pudiera significar realmente un cambio. Este último año se han visto más claras estas contradicciones con el asesinato en Formosa de dos indígenas que trataban de evitar su desalojo por el avance del cultivo de soja; con la ocupación del parque Iberoamericano de Villa Soldati en demanda de vivienda, donde hubo tres muertos, y con la muerte de Mariano Ferreyra, un militante que luchaba contra las tercerizaciones (subcontrataciones) en el ferrocarril y fue asesinado por las patotas (grupos de choque) sindicales.

Esos hechos evidencian que las prioridades de este Gobierno siguen siendo la propiedad y los intereses de los productores de soja, del sector de la minería y del mercado inmobiliario y que sigue ligado a un aparato sindical burocratizado y corporativo, que en algunos periodos apoyó la dictadura y todas las medidas de avance neoliberal.

Ninguna de las medidas adoptadas resuelve la situación ni es expresión de que camine hacia el socialismo.

¿Qué medidas responden a demandas históricas?
C.M.: Los juicios a los genocidas, exigidos durante más de treinta años, pero que, aunque nos parecen justos, pedimos que vayan más allá porque no sólo participaron militares sino también civiles que siguen en algunas estructuras, como la Policía o las universidades. También se adoptó la asignación universal por hijo, que se venía exigiendo desde que se dieron las situaciones de emergencia de 2001 y cierta recomposición de la economía, que implicó más empleo cada vez más precario, pero tampoco resuelve la situación.

¿Cuáles serían las demandas incumplidas?
S.C.: En Argentina si reclamas tierra y una vivienda digna para desarrollar tu familia, te matan, porque la prioridad es la relación y el desarrollo del mercado inmobiliario; si en Argentina reclamas por tierra para producir no para el mercado agropecuario y las economías regionales, sino para la autosustentación familiar, te desalojan, porque la prioridad es el desarrollo de los cultivos de soja; si en Argentina reclamas por el pase a planta permanente (estabilización laboral), te matan, como hicieron con Ferreyra; en Argentina si reclamas dignidad te matan.

Ésa es la situación que sintetiza las contradicciones de este Gobierno y que, además, son banderas históricas: la tierra para vivienda, la tierra para producir, el trabajo digno...

¿Qué lecciones se pueden extraer de los gobiernos de izquierda latinoamericanos?
S.C.: Están generando condiciones para el desarrollo de los movimientos populares. No todos los modelos de desarrollo económico y político son lo mismo. En América Latina hay gobiernos puramente de derecha, neoliberales, que aplican las recetas del Banco Mundial y del FMI, como en Colombia y Chile; hay gobiernos neodesarrollistas, como en Brasil y Argentina, que combinan elementos del neoliberalismo y del desarrollismo; y hay otros gobiernos que son nacionales-populares, como en Venezuela y Bolivia, y que son una referencia porque suponen un bloqueo al avance imperialista, no tanto por el modelo económico y político, que tiene dificultades y contradicciones, sino por la dirección en la que avanzan, hacia un modelo más igualitario y más socialista. Y no hay que olvidar a la digna Cuba, que sigue resistiendo.

Pero si hay algo que aprender es una dirección, porque mientras nuestros países van en la dirección de favorecer los intereses del gran capital internacional, en Venezuela y Bolivia van en dirección al socialismo. Será un desafío de los movimientos populares tomar esa dirección o no tomarla; los gobiernos tienen sus dificultades y sus límites, nosotros tenemos más responsabilidad.