Guantánamo Imprimir
15/01/2005
[Komite Internazionalistak/Imanol Telleria] En este nuevo orden global la noticia del asesinato de personas sin juicio previo por parte del ejército de una potencia extranjera es considerada algo normal. El mundo se parece cada vez más a un gigantesco Guantánamo que cumple su macabro cuarto aniversario de violación sistemática de los Derechos Humanos.

Estados Unidos ha bombardeado la localidad paquistaní de Bajur con la excusa de matar al número dos de Al Quaeda y ha asesinado a 18 personas. Los medios de comunicación más osados se atreven a insinuar que al menos el ejército norteamericano debería comprobar con mayor exactitud si realmente las personas víctimas de un ataque de estas características son realmente militantes de dicha organización. Eso se llama juicio señores, pero Guantánamo no está para oír hablar de juicios, bastante tienen torturar a sus prisioneros y así salvar al mundo del terrorismo internacional.

El presidente paquistaní en unas sorprendentes declaraciones que parecen sacadas de otro siglo, advertía por su parte a los ciudadanos y ciudadanas de su país que no dieran asilo a militantes extranjeros porque eso puede traer más violencia al país. Como si la violencia la ejercieran ellas que son víctimas de continuos bombardeos indiscriminados por parte de las “fuerzas internacionales” (las que libran la guerra por la democracia en Afganistán que también bombardean Pakistán y entre las que se encuentra el ejército español). Para que hablar de la soberanía de un país, del derecho a juicio de un sospechoso, o de los intereses que Estados Unidos tiene en la zona. Mejor culpabilizar a las víctimas y así mantener intactos los intereses que el presidente y toda la clase política prooccidental mantienencon las potencias europeas y por supuesto, norteamericana. A pesar de todo, miles de paquistaníes han salido a las calles para denunciar el ataque y expresar su odio a América.

Muy cerca de allí, en Kuwait, muere un sanguinario dictador y con naturalidad se anuncia que el sucesor será su sobrino Sheik Saad Al Abdullah Al Sabah. El dato curioso es que la dinastía Al Sabah lleva más de cuatrocientos años en el poder sin realizar unas tristes elecciones. Guantánamo tampoco está como para oír hablar de elecciones o consultas populares, resulta mucho más práctico que el sobrino pelota en cuestión tome el poder sin contemplaciones, e incluso, en un gesto de benevolencia, como suelen hacer en estos casos, prometa cierta apertura y la concesión de algunas libertades. A la comunidad internacional le queda ahora el papel de aplaudir las iniciativas del nuevo mandatario y confiar en que realmente siga el camino marcado por las democracias occidentales; es decir, que siga vendiéndoles petróleo barato y que mantenga su chusma a raya para que no genere inestabilidad en la zona.

Justamente lo que tanto les cuesta conseguir en Iraq, y anda que no han puesto medios para ello. La guerra que Estados Unidos viene librando contra Iraq desde la década de los noventa (primero con el embargo que según cálculos de la ONU asesinó a dos millones de personas de los cuales un millón eran niños menores de diez años, y segundo con reciente invasión y ocupación militar todavía con incalculables víctimas civiles), le sale demasiado cara en pérdidas económicas (no humanas) que son las que realmente le importan a la gran potencia.

Pero es que a este Guantánamo Global le crecen los enanos (y ojalá que esta comparación tuviera también que ver con la realidad de los presos del vergonzante campo de concentración que es esa “cárcel”, por llamarla de algún modo). Algunos llevan jersey, otros mantienen viva la resistencia en Iraq, algunas más okupan casas y fábricas para crear centros sociales autogestionados, e incluso otros reclaman su derecho a celebrar un mitin público en un sistema democrático. Las resistencias son muchas, tantas como contextos sociales y políticos en los que la lógica de Guantánamo se impone frente a los principios democráticos, unos principios que, precisamente, son los que deben guiar esas resistencias.

Pero la diversidad es la que da fuerza a las resistencias, la diversidad que es fruto de analizar cada contexto y desenmascarar las carencias democráticas de cada uno de ellos, de tal manera que lo mismo surgen luchas en contra de la SuperSur y el Tren de Alta Velocidad en Euskal Herria, que por los derechos indígenas en Chiapas o Bolivia.

No es cosa fácil luchar contra Guantánamo, sus alianzas son muchas y buenas, pero las resistencias que genera son también cada vez más, y están mejor organizadas. Tal vez el propio lugar físico en el que se ubica Guantánamo sea un buen ejemplo de esta apreciación tan optimista. Cuba y esa América Latina (la que no odian los paquistaníes) que en los últimos años está cambiando esa lógica de pesimismo y resignación al modelo neoliberal por otra, todavía incierta, de luchas (el MST en Brasil, el movimiento piquetero en Argentina…) y proyectos políticos que han llegado al poder democráticamente (Venezuela, Uruguay, Bolivia…), son una realidad esperanzadora que no basta con seguirla de cerca, sino que tendremos que seguir pensando en cómo apoyarnos mutuamente (ellas con sus luchas y nosotras con las nuestras) y así hacernos un poco más fuertes.