Komite Internazionalistak

[Koldo Alzola*] Un joven de imponentes dimensiones aparece sonriente repartiendo cocacolas a un grupo de no menos sonrientes soldados que se arremolinan en torno a su ídolo cual colegiales. No hará ni una hora que abrían fuego contra todo lo que se movía en la polvorienta franja de Gaza, ya fuera un joven que agoniza en la calle tras una lluvia de fósforo blanco, un camillero que acude en su ayuda, una abuela que sortea los escombros de su casa a ritmo cansino o un niño tras una pelota. Y ahora, de vuelta a su planeta, al planeta Sion, aclaman cual adolescentes (de hecho no hace mucho que dejaron atrás la pubertad) al deportista que luce pletórico en su camiseta la marca corporativa de su club, el Maccabi de Tel Aviv.

La fotografía me la mandó un amigo junto a un enlace que me remitía a la web oficial del club de baloncesto macabeo y que recogía la crónica de la visita de tres estrellas del equipo israelí a las tropas sionistas en las primeras semanas de enero mientras, durante la denominada “Operación plomo fundido”, masacraban indiscriminadamente a la indefensa población gazaui . Durante los 23 días ininterrumpidos que duró ese infierno eliminaron alrededor de 1500 civiles y redujeron a polvo miles viviendas y las infraestructuras mínimas para unas condiciones de vida medianamente salubres en un campo de concentración de las dimensiones de Trebiño donde sobreviven 1.500.000 de personas. Así lo recogía en un informe Richard Falk, relator especial de la ONU sobre derechos humanas en Gaza .

Evidentemente los tres jugadores no decidieron de motu propio participar en esa pantomima, ni se pusieron a calcular el alcance político de su visita. Todo indica que fueron enviados por su club en una maniobra de legitimación de la limpieza étnica, una estrategia gubernamental de maquillaje del ejército sionista, en la que los macabeos participaron gustosos.

Pero mi indignación se acentuó, si cabe más, al comprobar que uno de los actores de ese circo era Lior Eliyahu, jugador del Maccabi y, según anunciaba a bombo y platillo la prensa local gasteiztarra, próximo fichaje del Baskonia. Y digo indignación porque la noticia me sobrevino una semana después de mi reunión, el 20 de Mayo, con Jesus Vazquez, gerente de Saski Baskonia, en la que el representante del club deportivo mostraba su disposición a establecer canales de comunicación con el Comité de Solidaridad con Palestina en Gasteiz y, en lo sucesivo, a no dar pábulo a instrumentalizaciones políticas por parte del club israelí como las que anteriormente hemos vivido en nuestra ciudad. A todas luces, la buena fe mostrada en este encuentro por Vazquez no fue sino un burdo engaño y me lleva a preguntarme hasta dónde esta dispuesto a llegar el Baskonia en su carrera por alcanzar éxitos deportivos ignorando completamente el código ético mínimo exigible a una entidad deportiva receptora de importantes subvenciones públicas.

A nadie se le escapa que el hecho de que finalmente se realizase este fichaje transcendería lo puramente deportivo y a los ojos de la opinión pública supondría una maniobra de legitimación de lo que representa este personaje, es decir, la utilización del deporte al servicio de la estrategia de normalización del régimen sionista.

Así pues, como gasteiztarra y persona sensible al irracional sufrimiento que padece el pueblo palestino apelo a las conciencias de mis conciudadan@s alaves@s y a las instituciones, que en última instancia sostienen económicamente al club baskonista, para que de ninguna manera se acoja amistosamente en nuestro herrialde a ninguna entidad deportiva-cultural-económica-académica ni individuo que justifique la política de limpieza étnica contra el pueblo palestino y que se declare su presencia no-grata en tanto en cuanto Israel no cumpla su obligación de reconocer el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación y acate completamente los preceptos de la legislación internacional y los principios universales de los derechos humanos por medio de la finalización de su ocupación y colonización de todas las tierras árabes y el desmantelamiento del Muro de apartheid, el reconocimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos árabe-palestinos de Israel para una igualdad completa, respetando y garantizando el derecho de los palestinos refugiados a retornar a sus casas y propiedades como lo estipuló la resolución 194 de la ONU, y liberando a los presos politicos. Si no lo hacen las instituciones políticas y deportivas deberemos de ser l@s ciudadan@s con un mínimo de conciencia quienes plantemos cara a los embajadores sionistas.

 

*(es miembro de Palestinarekiko Elkartasun Komitea)