Janaina Stronzake (MST): «Debemos evitar que la derecha, responsable de nuestra pobreza, recupere el gobierno en Brasil» Inprimatu
2010/10/25

MST Brasil[Gara] Janaina Stronzake (32 años) es dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil y está en Euskal Herria para cursar un máster sobre desarrollo y cooperación internacional. Ofreció en Bilbo una charla sobre la situación de Brasil, invitada por Komite Internazionalistak.

El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) apoyó hace ocho años la candidatura de Lula al gobierno. La coordinadora del MST, Janaina Stronzake, no oculta sus críticas al Partido de los Trabajadores, pero remarca que la prioridad campesina es evitar que «la derecha fascista» vuelva al poder.

Nos encontramos entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones. ¿Cuál es la posición del MST?
El Movimiento Sin Tierra no se dedica estrictamente a disputas electorales. Nuestras principales tareas son, entre otras, organizar a los sin tierra, luchar por una reforma agraria y promover transformaciones.

Sin embargo, la dinámica de los partidos también es parte de la vida política, y todos debemos participar en ella. Así, los miembros del MST suelen también serlo de partidos y, a nivel personal, toman parte en el proceso electoral.

La posición del MST, de cara a esta segunda vuelta, no cambia: defendemos que las personas deben participar, debatir, estudiar, y votar por aquellos candidatos más cercanos a los proyectos de los movimientos sociales de la clase trabajadora.

Debemos participar, evitando, como mínimo, que la derecha facista vuelva al gobierno; esa derecha que ha estado gobernando desde 1530 hasta 2002, y que son los responsables de tanta pobreza y sufrimiento de nuestra gente.

Anteriormente habían brindado un apoyo -aunque crítico y no incondicional- a Lula da Silva. ¿Qué lectura hacen de estos ocho años?
El Gobierno de Lula ha tenido puntos fuertes y débiles. Las debilidades pasan por las torpes alianzas que ha hecho para llegar a la Presidencia, y que han derivado en grandes ganancias para las empresas transnacionales y los bancos, entrada de semillas transgénicas en Brasil, concentración de tierras y la no realización de la reforma agraria.

Las fortalezas son bastante conocidas: los programas asistenciales, que han garantizado comida diaria a millones de personas; la política exterior, que hace frente altivamente a EEUU; la generación de empleo por inversiones públicas, etcétera.

A nuestro juicio, un punto clave es el reconocimiento de los movimientos sociales como interlocutores legítimos; las persecuciones y criminalización que hemos sufrido vinieron de parte de gobiernos estatales, de la bancada ruralista en el Congreso Nacional, y de sectores judiciales comprometidos con los terratenientes.

¿Cómo encaran el futuro desde el MST?
Con optimismo. Tenemos que lograr que el pueblo siga alimentándose, educándose y construyendo su cultura. Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, un órgano del gobierno, el campesinado brasileño produce el 70% de toda la alimentación de Brasil, y eso nos dice que estamos cumpliendo con nuestra tarea: garantizar comida para todas las personas.

Lo que no podemos hacer es caer en la trampa de dedicar nuestra energía y nuestros escasos recursos en disputas electorales, olvidando que solamente un pueblo culto es capaz de construir un socialismo, una sociedad hermana e igualitaria.

Aunque ha optado por la neutralidad y no apoyará a ninguno de los candidatos en liza, no cabe duda de que el Partido Verde de Marina Silva será clave de cara al resultado final. ¿Qué opinión le merece esta candidatura?

La candidata ha sido bien utilizada por los medios de comunicación de la derecha. La alzaron como opción, y han querido seguir haciéndolo para la segunda vuelta. Pero hay fallos en la candidatura de «los verdes» -ni verdes son, siquiera- como las alianzas con empresas transnacionales explotadoras de la Amazonia. Tampoco han presentado un proyecto para Brasil que contemple las principales demandas de los movimientos sociales, como la reforma agraria, la cuestión de la vivienda en la ciudad, el empleo, los derechos de las mujeres, el laicismo, el trabajo esclavo y infantil...