UHintifada 432: Teresa Aranguren: «La impunidad perpetúa el crimen, esa es una de las claves del asesinato de Shereen Abu Akleh y el ensañamiento diario con la población palestina» Imprimir
24/05/2022

TeresaEl pasado 11 de mayo el ejército de ocupación israelí asesinaba de manera premeditada a la popular periodista palestina Shereen Abu Akleh, mientras cubría una incursión de las fuerzas ocupantes en un campamento de refugiados en el área de Jenin (Cisjordania), y encontrándose perfectamente identificada con su equipación de prensa. El caso de Abu Akleh no es el primero, ni lamentablemente será el último, de periodistas asesinados por las fuerzas del régimen israelí en ejercicio de su profesión, pero ha causado una especial conmoción en Palestina y todo el mundo, por tratarse de una profesional muy conocida, corresponsal durante los últimos veinte años de la televisión Al Jazzera, la de mayor difusión en todo el mundo árabe, y por el particular ensañamiento con el que las fuerzas de ocupación se han empleado, atacando su cortejo fúnebre y deteniendo a familiares de la víctima.
Para hablar de este criminal episodio, y en general de las condiciones en que trabajan las y los periodistas en Palestina, contamos esta semana con la colaboración de Teresa Aranguren, una periodista con un extenso bagaje profesional en Oriente Medio y un referente en cuanto a la información de esta región del planeta. Aranguren comenzó su andadura en 1981 como corresponsal de Mundo Obrero en la invasión israelí del sur de Líbano y desde entonces ha cubierto para distintos medios prácticamente todos los conflictos armados que se han dado en las últimas décadas en la región. En su intervención nos habla de las circunstancias en torno al asesinato de Abu Akleh, a quien conoció personalmente y consideraba un testigo incómodo para el régimen israelí. Denuncia la total impunidad con que el régimen israelí se ensaña con la población palestina y considera que es una de las claves de este asesinato. Considera que el Derecho Internacional debería de ser una herramienta válida y necesaria para sancionar a Israel, pero que hoy en día se ha degradado hasta convertirse en una herramienta del poder. Diferencia entre los periodistas palestinos, que se enfrentan a un riesgo de muerte real por ejercer su profesión, y los periodistas internacionales que, si bien no se enfrentan generalmente a la muerte, deben de autocensurarse o moderar su discurso para poder trabajar. Considera esta diferenciación profundamente racista y colonial, porque la vida de una persona palestina tiene una repercusión infinitamente menor que la de una europea o estadounidense. No obstante, cree que la imagen de la brutalidad con la que se ha empleado el ejército israelí con el funeral y el propio féretro de Abu Akleh le tiene que pasar factura, porque se trata de algo muy sagrado para cualquier cultura. Critica que en occidente padecemos una ceguera intelectual que nos impide ver la auténtica dimensión de la atrocidad que se viene cometiendo desde hace décadas con la población de Palestina. Critica también la información que nos llega de Palestina a través de los medios de la prensa hegemónica y el lenguaje periodístico que intencionalmente normaliza la ocupación. Concluye poniendo en valor la capacidad del pueblo palestino para resistirse a ser eliminado, pese al relato oficial que pretende deshumanizarlos.