Vanesa y la Constituyente Inprimatu
2006/08/07
Es difícil saber cuántos años tiene Vanesa; menos de diez seguro, es difícil
calcular la edad de quienes viven aquí. Vanesa vive en el Cerro Rico de
Potosí, aunque el cerro también hace tiempo que dejó de ser rico. Durante
siglos esta montaña ha servido para que reyes, comerciantes y curas se
enriquezcan a costa de la muerte (sólo en tiempos de la colonia) de ocho
millones de indígenas que perdieron sus vidas trabajando en sus entrañas.

En el Cerro Rico trabajaban cerca de 15.000 mineros en condiciones
infrahumanas, sin agua, sin maquinaria y sin ninguna medida de seguridad,
aunque Vanesa ni siquiera entra en este censo (ni en ningún otro). Su mamá
trabaja y vive en la montaña preparando desde las cinco de la mañana comida
para los mineros y Vanesa ayuda en la cocina, en las compras y
ocasionalmente, cuando ve a lo lejos un grupo de turistas despistados reúne
un grupo de piedras (no hay otra cosa en esa montaña) y las mete en una
bolsita de plástico para venderlas por diez bolivianos (apenas un euro).

Vanesa no tiene tiempo para ir a la escuela, si le sobrara sí que iría, pero
está demasiado ocupada en sobrevivir, ella y su familia.

Mientras tanto en las calles de Potosí una multitudinaria marcha orquestada
por la Iglesia y los muchos colegios católicos de la ciudad, reclaman los
principios de la fe, entre los que incluyen, al más puro estilo Rouco-PP,
arengas contra el presidente Evo Morales y el partido del gobierno. Pero
aquí es más sangrante que en las calles de Madrid, porque los directores de
los colegios religiosos disfrazan a los niños y niñas indígenas de
occidentales (con traje blanco y corbata) para que les quede bien claro que
su cultura, su idioma y su propia identidad no es más que basura, símbolo de
gente pobre e “inculta”. Luego hay que oírles que ayudan a los niños pobres
en el Tercer Mundo, como dicen ellos.

Vanesa tampoco tiene tiempo (escuela para que le lleven) para ir a la marcha
y gritar en contra de Evo y a favor de Jesús. Al menos se libra de semejante
insulto a la dignidad y a la decencia; necesita vender más bolsitas o cuidar
a sus hermanos pequeños.

De lo que no se libran unos y otros (aunque vayan a la escuela) es de la
profunda pobreza que sufre este país fruto de siglos de expolio que comenzó
en esta montaña y que hoy continúa en la explotación (hasta ahora
prácticamente gratuita) de los hidrocarburos por multinacionales
extranjeras.

Sin embargo para Vanesa y para los niños y niñas obligadas a renegar de su
propia cultura e historia se ha abierto una pequeña esperanza con el
gobierno del MAS. La cosa no está nada fácil y realmente es pronto todavía
para saber hasta que punto el gobierno puede y quiere generar una política
(económica sobre todo, pero también social y cultural) que genere los
cambios profundos que necesita este país para erradicar la pobreza  y el
racismo tan profundo respecto a los pueblos indígenas y nacionalidades que
conforman Bolivia.

El seis de agosto se pone en marcha la Asamblea Constituyente, un espacio
político que nace con vocación de generar estos cambios más allá de la
permanencia o no del MAS en el gobierno. Es una reforma profunda de la
manera de entender la nación, una nueva constitución en la que grupos
sociales que siempre han sido marginados de la toma de decisiones tienen
puestas muchas esperanzas. De hecho la Asamblea en sí misma fue la
reivindicación que unió desde el 2003 a sectores urbanos con movimientos
indígenas, cooperativas de mineros, grupos feministas etc.

Esta iniciativa política que además ahora se plantea como un proceso de
participación política real abierto a todos los movimientos sociales,
organizaciones cívicas y partidos políticos que quieran tomar parte, tiene
el plazo de un año para redactar una Constitución que responda en la
práctica (más allá de un marco jurídico que luego no se cumple) a las
necesidades de Vanesa. Ayer vimos salir triunfante a Silvia Lasarte, mujer
indígena campesina que ha sido elegida presidenta de la Asamblea
Constituyente y estuvimos charlando con Roberto Aguilar, elegido
vicepresidente. En esas personas, responsables de tan enorme tarea,
percibimos dicha voluntad; el pulso está, como no, con los latifundistas,
las multinacionales y los obispos que seguirán clamando a Dios para que no
cambien las cosas (Virgencita Virgencita que me quede como estoy!!!).

Como dijo el propio Evo y como nos recordaban los campesinos indígenas de
Santa Cruz: "ahora nos toca a nosotros, al menos otros 500 años".