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25 años en lucha por la tierra en Brasil PDF Imprimir E-mail
22/07/2009

MST Brasil

[Isaac Giribet i Berna / Diagonal] Tras el ascenso de Lula, algunas voces pronosticaron el fin del MST. Se equivocaron. Decepcionado por una promesa de reforma agraria que nunca llega, se ha convertido en el referente de los que menos tienen.

El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) aparece hoy como el movimiento más importante de los que actúan en el campo brasileño en lucha por la aplicación de la Reforma Agraria. A pesar de que su fundación oficial se produjo en 1984, se estructuró a finales de la década de los ‘70 en un contexto marcado por las grandes transformaciones económicas y por un proceso acelerado de industrialización y mercantilización de las actividades agrícolas. Este proceso supuso un aumento acelerado de las desigualdades sociales, que empujó a la pobreza más absoluta a una parte importante de la población rural, que tras perder sus tierras se vio obligada a emigrar en dirección a las grandes ciudades.

El objetivo principal de las acciones que realiza el MST es presionar al Gobierno para que destine aquellas grandes extensiones rurales que permanecen improductivas a campesinos sin tierra, ya que de esta forma se favorece la democratización de la renta y se puede generar un cambio en el padrón de propiedad rural consolidado históricamente, caracterizado por una gran concentración en manos de una pequeña minoría.

A lo largo de su historia, el MST ha creado y reproducido unas dinámicas antagonistas de acceso a la tierra que le han dado a conocer como sujeto social. Dinámicas tan incisivas y apegadas al terreno como la ocupación de tierras, la construcción de campamentos y la consolidación de éstos mediante la creación de asentamientos de reforma agraria. Para llevar a cabo la ocupación de tierras y los desdoblamientos que de ella se derivan, el MST se basa en la “función social” (productividad mínima) que según la Constitución deben cumplir todas las grandes propiedades agrícolas. El Movimiento defiende que dicha función sea ejecutada mediante un amplio proyecto de Reforma Agraria, es decir, a través de la división de los latifundios improductivos en establecimientos rurales de carácter familiar que consigan dar respuesta al conflicto agrario larvado desde el período colonial.

El MST se ha caracterizado por hacerse propio un proyecto de transformación social que transciende los objetivos que llevaron a su fundación, pasando también de forma progresiva a luchar contra el contexto político, económico y social que los llevó a la exclusión.

A partir de la entrada en escena del MST la lucha por la tierra pasó a ser mucho más que lucha por tierra: detrás de sus caminatas reivindicativas y de las ocupaciones de tierra o de edificios gubernamentales se encuentra la firme voluntad de construir un nuevo horizonte que ayude a transformar la sociedad brasileña, mediante la apertura de un debate público sobre la verdadera democratización de los derechos sociales.

En el duro camino recorrido en estos 25 años, no exento de las más diversas formas de persecución política, el MST ha construido una organización autónoma bajo el control directo de sus bases, capaz de dinamizarse a través de los procesos de lucha que protagoniza, convirtiendo la injusticia en acción directa y la acción directa en transformación social.

OTRAS CLAVES:

EL ORIGEN: CASCABEL, 1984
Estimulados por el trabajo de la Comisión Pastoral de la Tierra y después de cinco años de ocupaciones de parcelas agrarias en todo el país, líderes campesinos de 16 estados brasileños se reunieron en enero de 1984 en Cascabel (Paraná). Tras cinco días de discusiones y reflexiones colectivas, fundaron el MST.

BRASIL: EL 1% CONTROLA EL 46% DE LAS TIERRAS
En Brasil, el quinto país del mundo en extensión, a día de hoy el 1% de los propietarios controla el 46% de las tierras. Más del 70% de las grandes propiedades son improductivas y por tanto potencialmente expropiables para fines de reforma agraria. Por otro lado, el 86,6% del campesinado trabaja en pequeñas unidades de producción, mientras que las grandes generan menos del 2,5% del empleo rural.

COOPERATIVISMO Y PEQUEÑA INDUSTRIA
El MST ha puesto en marcha 79 cooperativas de producción agropecuaria, 50 de comercialización y prestación de servicios, 28 de asistencia técnica y cuatro de crédito. Además, ha generado 140 agroindustrias de pequeño y mediano porte (frutas, cereal, leche) y consolidado programas de producción de semillas agroecológicas y cursos de capacitación de todo tipo.

LA EDUCACIÓN, UNA DE LAS CLAVES DEL ÉXITO
La extensión de la enseñanza, basada en modelos como el de Paolo Freire, siempre ha sido uno de los caballos de batalla del MST. En las 2.000 escuelas que ha abierto en sus campamentos estudian más de 200.000 niños y jóvenes y se ha alfabetizado a más de 50.000 personas adultas. El periódico Jornal dos Sem Terra, que se publica desde la creación del movimiento, y 20 radios comunitarias completan esta labor.

FORTALEZAS:

PROYECTO FORMATIVO Y EDUCATIVO
La educación ha sido un elemento central en la andadura del MST, como demuestra la conquista de 2.000 escuelas para niños y adultos o el convenio con 13 universidades.

CONSTRUCCIÓN DE ALTERNATIVAS REALES
El discurso igualitario y anticapitalista del movimiento se ha materializado en más de cien cooperativas de producción, servicios y crédito y 140 pequeñas y medianas agroindustrias.

RECUPERACIÓN DE LA DIGNIDAD CAMPESINA
Miles de campesinos depauperados han recuperado una dignidad pisoteada durante siglos. El concepto ‘campesino’ se ha actualizado desde una óptica anticapitalista.

DEBILIDADES:

ACOMODO DE LA PERSONA ASENTADA
En algunos casos, tras la larga y dura etapa de la ocupación y una vez que se consigue la tierra, el “asentado” deja de involucrarse con la lucha social y política del MST.

DIFICULTAD PARA INCORPORAR A JÓVENES
A pesar del potente papel educativo desplegado por el MST y de su empeño por formar cuadros, muchos jóvenes rechazan incorporarse activamente a la estructura de la organización.

DIFÍCIL COMPETENCIA EN EL MERCADO
La falta de potentes redes alternativas de distribución y la escasez de medios hacen que sea muy difícil ‘competir’ contra los productos de la agroindustria.

 

 
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