Colombia: ¿ Derechos humanos para quien?violencia e impunidad de un estado |
2009/09/09 | |||
Después de 10 meses en Colombia, y ya de regreso a este otro lado del mundo llamado Europa, posando las vivencias y emociones, me siento a escribir para contaros algunas de las experiencias y reflexiones que me deja el paso por este hermoso pero castigado país. Ahora conocemos la noticia de nuevas bases militares estadounidenses, que fortalecen la dependencia capitalista y el apoyo a la guerra. Las disputas de los diferentes bloques paramilitares por el control territorial, junto con la intervención de las transnacionales, que despojan a las comunidades de sus tierras para apoderarse de los recursos naturales y ejercer el mayor control económico. Esta violencia estructural, que no solo son las muertes, sino que tiene sus consecuencias en niveles de pobreza alarmantes, carencias en los servicios de salud y de educación. Pero como forma de contrarrestar esta situación aparecen las organizaciones sociales de derechos humanos, sindicales, el movimiento estudiantil, el campesino, el de mujeres, el poder popular. Hace unos meses presenciamos la lucha de la minga indígena, ahora organizada con otros movimientos, que a pesar de la estigmatización y criminalización a la que son sometidos, mantienen una lucha digna y permanente en la exigibilidad de sus derechos. Las brigadas internacionales de Colombia se desarrollan a través de la Red de Hermandad y solidaridad, yo pasé casi toda la estancia en el departamento de Antioquia, en concreto, en Medellín, ciudad con un ritmo acelerado, muy contaminada, con fuerte control social, pero rodeada de montaña, de rumba y de resistencia. Allá con la Corporación Jurídica Libertad, organización de derechos humanos, que además de brindar asistencia legal a las víctimas, forma parte del trabajo del MOVICE, Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, que cada año se mantiene luchando en la exigencia de los derechos a la verdad, justicia y reparación integral de todas las víctimas de los crímenes perpetrados por las fuerzas públicas del estado o de los aparatos paramilitares en connivencia con estos, en casi todo el país. Por regiones, el objetivo es que las víctimas se organicen, y por ello se han creado diferentes organizaciones populares y de base, para hacerse oír, porque juntos/as son más fuertes y como espacio para la lucha contra la impunidad. Durante este año participamos de diferentes actos de memoria histórica, en relación con aniversarios de masacres, como la operación Orión de la Comuna 13, donde en el 2002, el ejército colombiano junto con las Autodefensas Unidas de Colombia, desaparecieron a unas 100 personas en un operativo militar que a través del terror, con allanamientos, detenciones y balaceras, pretendían establecerse con el control sobre la zona. El MOVICE también está trabajando en el acompañamiento emocional a las víctimas, y la formación política, como base de afirmación y resistencia. Dentro del campo de acción de la CJL, desde hace años se está acompañando a ASOPROA, Asociación de Pequeños y Medianos Productores del Oriente Antioqueño. La compañera Nekane ya escribió una crónica sobre el trabajo del diagnóstico participativo que estuvimos realizando en las veredas, solo añadir, que después del recorrido y la convivencia con las familias, rescato la frase que más escuché y me emocionó: “lo más importante es que tenemos que estar unido/as y trabajar en comunidad”. Como Neka apuntaba, después de los años intensos de violencia en la zona, ahora se encuentran en una tranquilidad aparente, siempre alertas porque se mantiene la presencia de personas extrañas por las comunidades y de amenazas. Ahora además se enfrentan a las problemáticas económicas de falta de recursos, y la nueva ley panelera. Lo más importante para buscar alternativas que mejoren sus condiciones de vida, es el empoderamiento de las comunidades, la necesidad de autonomía y autogestión a la hora de tomar decisiones sobre sus prioridades y necesidades, y este es el trabajo que, junto con Asoproa, se está desarrollando en la actualidad. Por otro lado, en mi tiempo allá, me vinculé bastante con la Red Juvenil, organización antimilitarista, que desde una perspectiva de la resistencia no violenta y la desobediencia civil, están desarrollando alternativas de solución y cambio al conflicto colombiano. Desde un posicionamiento político claro, desde la movilización y desde el arte, como medios de resistencia y de transformación social, denuncian con acciones directas los efectos de esta guerra, acompañan a organizaciones juveniles de los barrios populares, para fortalecer el tejido social y organizativo. Desde ahí estuve muy cerca de la lucha feminista, formando parte de uno de los grupos y del movimiento social de mujeres de Medellín, que le apuesta al derrocamiento del sistema patriarcal como parte de este sistema capitalista de abuso y autoridad del gobierno. Finalmente, quiero señalar que mi experiencia se ha basado desde la lógica de la solidaridad política entre los pueblos, el conocernos, compartir las distintas formas de hacer, fortalecer la organización de base y comunitaria, con el objetivo común, desde una perspectiva internacionalista, de lucha por un mundo más justo y libre. Como decía una de mis compañeras activista, lo que nos queda y nunca podemos perder, es la capacidad de soñar y conspirar juntas y juntos. ARANTXA CANA, brigadista madrileña/catalana de KI
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