Turquia, país garante del “derecho al infierno” |
08/09/2015 | |||
Podemos empezar por definir la situación de derechos humanos en Turquía como un autentico infierno. En orden de factores y haciendo mención a los preceptos religiosos y sus interpretaciones gubernamentales y sociales., el movimiento feminista se ha incrementado positivamente. Este insuficiente incremento se debe a la inexplicable impunidad de los innumerables casos de crímenes y violencia machista, los cuales los últimos años se han visto superados sin que la afectada pueda recurrir a ninguna autoridad del poder en la familia esté estipulado de manera patriarcal casi en el 100% de éstas. Las jerarquías no cierran los ojos ante estos hechos, sino que observan con normalidad la sucesión de éstos. En este sentido, no podríamos dejar de realzar la figura del jefe de estado, quien haciendo un llamamiento general, promueve como “iniciativa laboral” la procreación de más de tres criaturas. Respecto al colectivo LGTBI, así como en cualquier estado, ha sido también víctima de violencia y continua discriminación. Por suerte, en Turquía, los movimientos y organizaciones en este ámbito se han incrementado, así como también lo han hecho las movilizaciones en torno a la visibilidad y normalización. Actualmente, una cuestión que desgraciadamente está en el punto de mira, no teniendo sólo lugar en aguas o bahías sudeuropeas, sino en los bordes fronterizos del estado turco, es la realidad de cuantos refugiados sirios huyen de la guerra y el prolongado aumento de la violencia en sus territorios. Ya son más de dos millones de personas quienes están intentando llegar al viejo continente, previo paso por ciudades como Estambul. La imposibilidad de encontrar trabajo es obvia, mas quien logra uno, lo realiza por la precaria cantidad de 10 €uros diarios, habiendo de alimentar a familias, ancianos, niños y niñas, etc. Permanecen habitando en parques de las diferentes ciudades, allá donde logran llegar, mientras la omisión y abandono institucional provoca, por ejemplo, enfermedades debido a las bajas temperaturas que han de soportar en invierno, causando incluso la muerte. No obstante, y pseudoafortunadamente, en la zona sudeste del territorio turco, entre constantes embates militares del estado, sobrevive el Pueblo Kurdo, que admirablemente no sólo obstaculiza las inmundas acciones del gobierno que les reprime, sino que paraliza la primera gran invasión fascista del S. XXI en el Medio Oriente, los actos de la entidad terrorista Daesh (Estado Islámico). Son precisamente los ayuntamientos kurdos los que organizan campos de refugiados donde caben, en contraposición a los campos oficiales, personas de todas las etnias que han huido de la guerra. Y es que la política oficial turca es construirlos solo para los de etnia sunní. Para finalizar, reiteramos la confianza en que el empoderamiento de los pueblos que a día de hoy se encuentran oprimidos, como así sus gentes y sus respectivas luchas, fracturen el imperio de los estados en interminables añicos. Deseamos hacer latente y culminante el cumplimiento de los Derechos Humanos en absolutamente todo aspecto en el que el dominio de las actuales autoridades nos reprimen, facilitando y dando cabida a la normalización de genero, a la falta de impunidad judicial, al reconocimiento y posibles tejidos sociales entre culturas e idiosincrasias.
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